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5 Février 2025
La sidra dulce o espumosa es conocida por todos, pero ¿sabemos que existen variedades como la sidra seca, la sidra helada o incluso sidras de fermentación mixta? Detrás de cada botella se esconde un mundo de diversidad, innovación y tradiciones profundamente arraigadas en las culturas. Esta bebida milenaria elaborada a base de manzanas se ha reinventado a lo largo de los años y desempeña un papel impactante en las sociedades de ayer y de hoy.
De origen muy antiguo, la sidra se obtiene de la fermentación del zumo de manzana. Esta bebida alcohólica se distingue por el hecho de que no se puede clasificar ni como cerveza ni como vino, pero tiene similitudes con ambas categorías. A partir de manzanas específicas conocidas como manzanas de sidra y seleccionadas por su acidez, amargor y dulzor, el jugo fermenta de forma natural o con la adición de levadura, transformando los azúcares en alcohol. El contenido de alcohol generalmente varía entre el 2% y el 8%, según el tipo y método de fabricación.
Distinguimos otros tipos de sidra además de la sidra dulce, poco alcohólica, dulce y afrutada, y la sidra espumosa, naturalmente efervescente o artificialmente carbonatada, ya muy conocida. Con el tiempo, la sidra dura se ha sumado a la liga, es más seca, con mayor contenido alcohólico y menos dulce que la sidra dulce, pero fuertemente ácida. También la sidra helada, elaborada a partir de manzanas congeladas antes del prensado y a menudo comparada con el vino helado, con un dulzor pronunciado, una acidez equilibrada y un nivel de alcohol entre 7 y 10%. Algunas sidras incluyen otras frutas para diversificar los sabores y agregar una dimensión única. Por tanto, la elección de las manzanas y las frutas complementarias es decisiva para el sabor y la textura a la hora de crear distintos estilos de sidra.
La producción mundial de sidra está dominada por Europa, con Francia y España a la cabeza, seguidas por el Reino Unido y Estados Unidos. Las principales regiones productoras son Normandía, Bretaña y Países del Loira. Francia representa el primer productor mundial, a pesar de los desafíos relacionados con el clima y la agronomía. Con una producción de alrededor del 15 al 20% de la producción total, su cosecha media anual es de hasta 250.000 toneladas de manzanas para sidra. España aporta casi el mismo nivel que Francia en su producción. En cuanto al Reino Unido, produce entre el 10 y el 15% de la sidra mundial, ligeramente por encima de Estados Unidos, que ha experimentado un crecimiento notable en los últimos años.
La producción mundial de sidra se estima en unos 26 millones de hectolitros, lo que representará unos 4.000 millones de euros de facturación en 2023. Este sector contribuye a la creación de empleo en la agricultura, la transformación y el turismo, y promueve el desarrollo rural estimulando la economía local, las empresas locales y el mantenimiento de la actividad agrícola.
Además, las exportaciones y el comercio internacional se realizan con importantes mercados como son: Francia, principal exportador mundial, con un mercado de exportación valorado en más de 50 millones de euros al año, especialmente al Reino Unido, Bélgica y Estados Unidos. España y Reino Unido también exportan volúmenes importantes, especialmente de sidra artesanal o de alta gama. Otros mercados emergentes como América del Norte, Asia y Australia están experimentando un fuerte crecimiento en la demanda de sidras artesanales y naturales.
El sector de la producción de sidra, con sus innovaciones como la sidra helada, las fermentaciones secas y mixtas, demuestra una creciente competitividad frente a otras bebidas alcohólicas, al ofrecer productos únicos que responden a una demanda de diversidad y calidad. Sin embargo, nos preguntamos hasta qué punto la sidra podrá superar los límites de sus tradiciones para conquistar nuevos consumidores, manteniéndose fiel a sus raíces.