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14 Février 2025
Japón, famoso hoy en día por su refinamiento y su apego a las tradiciones, ha permanecido durante siglos como uno de los líderes mundiales en la producción de té.
El té, introducido en Japón en el siglo VIII procedente de China, fue consumido por primera vez por los monjes budistas para promover la meditación. A lo largo de los siglos, se ha arraigado en la sociedad japonesa a través de la ceremonia del té, todavía llamada Chanoyu.
Hoy en día, aunque no es el cultivo principal en términos de volumen, el té ocupa un lugar fundamental en la producción agrícola y económica de Japón. Su valor radica en su papel cultural, su impacto económico y su posicionamiento en el mercado global.
El té se cultiva en unas 44.000 hectáreas en Japón, principalmente en regiones como Shizuoka, Kioto (Uji), Kagoshima y Miyazaki. Aunque esta superficie es modesta en comparación con otros cultivos, el té sigue siendo un producto agrícola emblemático con una producción anual de alrededor de 90.000 toneladas. Simboliza tanto la tradición como la innovación en la agricultura japonesa.
Entre las variedades de té que se producen en Japón se encuentra principalmente el Sencha, un té verde que representa alrededor del 60% de la producción. También está el Matcha, un té en polvo que se utiliza con mayor frecuencia en la ceremonia del té, pero también en la cocina japonesa, especialmente en repostería y bebidas, así como el Gyokuro, un té de sombra, famoso por su dulzura y riqueza en umami. Sin olvidar el Genmaicha, una mezcla única de té verde y arroz inflado, apreciada por su sabor a nuez.
Los productores japoneses destacan por sus métodos de cultivo, en particular la técnica del sombreado para promover el cultivo de Gyokuro y Matcha, tés orgánicos asociados a una imagen de lujo y salud. Este posicionamiento permite a Japón vender sus productos a precios elevados en los mercados extranjeros.
El té genera ingresos importantes, no sólo para los productores locales, sino también para toda la cadena de valor: procesadores, comerciantes y exportadores. Dado que la población japonesa es muy aficionada al té verde, el consumo interno sigue siendo en gran medida dominante. Sin embargo, aunque la mayor parte se consume localmente, la exportación está ganando importancia. En 2023, los exportadores de té alcanzaron más de 20.000 toneladas, con un valor estimado de 20.000 millones de yenes, o alrededor de 135 millones de euros. Los principales mercados son Estados Unidos, donde el Matcha es percibido como un superalimento, seguido de Europa y otros países asiáticos. Un kilo de Gyokuro puede venderse por hasta 300 euros, mientras que el Matcha de primera calidad alcanza precios comparables.
En muchas zonas rurales de Japón, la producción de té es una actividad esencial para mantener el empleo y las tradiciones locales. Las plantaciones de té atraen a los turistas, especialmente en Uji y Shizuoka. El té es un pilar de la cultura japonesa.
Gracias a su rica tradición, el té japonés parece tener un futuro prometedor en la escena internacional. Sin embargo, frente a la competencia global, ¿podrá Japón confiar en la calidad de su té para destacarse? Además, ¿cómo podría Japón atraer a la generación más joven y desarrollar aún más el té orgánico?